domingo, 8 de febrero de 2015

Romancillo griego

Ganó Syriza como se esperaba, y algunos piensan que los problemas de los griegos ya desaparecieron como por ensalmo. Oshidori no.

Si Eurípides, Sófocles
y Esquilo vivieran
no darían abasto
a escribir tragedias
como las que ocurren
por tierras helenas.
Ellos la inventaron
y ahora ella regresa
en forma de macro
crisis financiera.


La cuna de Europa
está en decadencia,
pobre y endeudada
hasta las orejas,
mas no han de temer
ni griegos ni griegas
si están en el paro,
si el euro escasea
o si sólo tienen
hambre en la despensa,
pues ya ha aparecido
el héroe en escena
tras salir triunfante
de las papeletas.
Ya viene Álex Tsipras,
con media docena
de remedios nuevos,
de nuevas recetas
y en un periquete
esto se lo arregla
subiendo el salario
de las bajas rentas,
con más tele pública
y empleos de pega,
dando barra libre
en la luz eléctrica
y haciendo oídos sordos
a eso de la deuda.

El nuevo Gobierno
es de pura cepa,
tan griego tan griego
que no hay ni una fémina
que haga pieza cóncava
de tantas convexas.
Que ni una ministra
salga en toda Atenas
resulta irritante,
más aún si se piensa
que si no encontraba
compatriota experta
hubiera bastado
con que la pidiera:
con gusto enviamos
a una de las nuestras
y a cambio, olvidamos
lo que nos adeuda.

Álex es amigo
de Pablo el Coletas
y asusta a la troika
que vive en Bruselas
con lo de los fondos
que Europa les presta
y que ellos no saben,
que ellos no se acuerdan
y de devolverlos…
ad calendas graecas.
Tiene Álex la cara
de sólida y tersa
como una cariátide
de esas tan de piedra,
guardianas del templo
que honra a Atenea.

Aprende, Montoro,
a cuadrar las cuentas.

(Publicado en Tetuán 30 dias)

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