jueves, 11 de septiembre de 2014

Romance del catalán infiel

Con permiso de Lorca plagio el tono de su famoso romance para contar la triste historia de la fortuna de Jordi Pujol y su progenie, que evadían sin saber.

Que yo me lo llevé a Andorra
diciendo que era una herencia
y resultó ser delito.

Fue hace más de 30 años
con mi padre fallecido.
Cuando se apagó su vida
se encendieron mis instintos
de acarrear su peculio
a extranjeros domicilios.
Corrí raudo a la frontera
y toqué con los nudillos
del primer banco andorrano
que me enseñó el canalillo.
El roce de los billetes
me sonaba en los oídos
al Baixant la Font del Gat
que aprendiera siendo niño.
Foto: CDC (CC).

Cuando en Banca Catalana
trabajé de directivo
se acrecentó mi obsesión,
se me inflaron los delirios
por mandar al extranjero
mis escasos ahorrillos.
Ya en la Generalitat
seguí con mi sacrificio
y cual entrenado potro 
saltando en concurso hípico
así saltaba el dinero
cualquier paso fronterizo.
Fue ésta antigua enseñanza
que yo le enseñé a mis hijos:
la mitad, al Principado,
la mitad, a un banco suizo.
Cierto que mis herederos
se dieron algún capricho,
relojes caros y cenas,
varios coches deportivos…
minucias, que ya se sabe
cómo son hoy los chiquillos.

Hoy de buenas a primeras
me dicen que he delinquido,
me quitan el Honorable,
el despacho y el carguito,
se troca en bosque de espaldas
toda la sede de CiU
y hasta Artur Mas me trata
como si fuera Luis Figo
al que de un momento a otro
alguien lanzará un cochino.

Sí, me porté malamente,
como un catalán mezquino,
mas el dinero brotaba
tan blanqueado y tan limpio
como el agua en Canaletas
brota a veces de su grifo.
Los billetes en mi mano
eran tiernos pececillos
escapando, juguetones,
a fiscales paraísos.
No quiero decir la cifra
que le escamoteé al fisco.
Mi Martita Ferrusola
dice que sea comedido
pero echando por encima
la cuenta me sale un pico.

Si erré en lo que hice, lo hice
por bien del nacionalismo,
por que España no nos robe
llevé la pasta a otro sitio. 
Y ahora quieren darme preso
y tacharme de proscrito
por llevármelo hasta Andorra
sin saber que era delito.

(Publicado en Tetuán 30 Días)

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