sábado, 7 de junio de 2014

Romance de doña Espe


Menos mal que la expresidenta regional se había retirado de la primera línea política, porque lo que es de la actualidad, no se apea ni queriendo. Que tampoco parece que quiera. 
  
Lo último que se pierde
en la vida es la Esperanza
y así es en el caso de Aguirre 

a la que ni retirada
logramos perder de vista
ni echándole un cubo de agua.
Siempre le gustó a esta Espe
empaparse hasta las cachas
de batallitas políticas
y de polémicas varias,


ya sea contra el rival
o contra sus camaradas,
pues es ametralladora
que a todas partes dispara
y hay que echarse cuerpo a tierra
cuando ella sale de caza,
aunque seas de los suyos
como ya Pío avisara.

Junto a Callao, en Gran Vía
tuvo hace unas semanas
su última escaramuza
la lideresa de marras,
cuando aparcó mal el coche
mientras iba a sacar pasta
y al regresar del cajero
estaba la guardia urbana
pidiéndole los papeles
que establece la ordenanza.
Sentó mal a doña Espe
el celo de aquestos guardias
que hacer perder tiempo es cosa
ingrata a la aristocracia
y de buenas a primeras
metió la segunda marcha,
aceleró y fugóse
burlando la vigilancia
como Bonnie and Clyde o Dillinger,
como Dioni oxigenada,
y pensando que la multa
ya le llegaría a casa.

Esperanza, desde entonces,
no se cae de las portadas,
la entrevistan en las radios,
habla en todos los programas
y en fin vuelve a la palestra
que ahí se encuentra en su salsa.
Ahora quiere reemplazar
en la alcaldía a doña Ana
y si esto llega a pasar
se abrirían no las aguas:
todo el asfalto del foro
volvería a ser una zanja
y abriríanse las carnes
de rojillos y sociatas.

Tras cortarse la coleta
quiere volver Esperanza
a torear en política
y se ha puesto más pesada
que la pilila de un novio,
más plasta que el tiki taka
o más plomo –si es posible–
que una novela de Gala.

(Publicado en Tetuán 30 Días)

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