martes, 3 de septiembre de 2013

Romance del Robin Hood de Marinaleda










Partió de Marinaleda
el alcalde más conspicuo
de las tierras sevillanas
a recorrer municipios
con su tropa proletaria,
ahíto de populismo
y con ganas de jarana
para comerse a los ricos
y repartir los despojos
con los desfavorecidos,
pues es grande Andalucía
y un Robin Hood tiene sitio
por más que sea diputado
y alcalde desde hace siglos,
que es como si a Errol Flynn
le pagara los caprichos
aquel vil sheriff de Nottingham
al que daba masculillo.

Partió pues la tournée
de Juanma Sánchez Gordillo
el mes que falleció el Curro
Jiménez televisivo,
que son esas coincidencias
que a veces tiene el destino,
y quizá por recoger
de Sancho Gracia el testigo
quiso el edil de los pobres,
barbudo comprometido,
pasarse las vacaciones
probando el bandolerismo
y, asaltando un Mercadona
con la tele sobre aviso,
amedrentó a una cajera
e incautose de embutidos
y de fino y gaseosa
para hacerse el rebujito.

Tras esto el quijote rojo
y el resto de forajidos
acampaba en la piscina
de un lujoso hotel turístico
para darse un chapuzón
y hacer paella de marisco
que no hay lucha que resista
un estómago vacío.
Antes de llegar a Cádiz
aún le dio tiempo a Gordillo
a insultar a Amancio Ortega,
llamar franquista a un ministro,
a compararse con Gandhi,
a colarse en un cortijo
y a ir a una sucursal
bancaria a pegar tres gritos
a los cuatro jubilados
que iban a pagar recibos.

Y así se pasó el verano
el héroe del jornalerismo,
del comunismo vedette
y de los parias, caudillo.
Un cárdeno Robin Hood
con mezcla de Tempranillo.

(Publicado en Tetuán 30 Días. Septiembre de 2012)

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